GLOBAL FINDEX 2017: BASE DE DATOS SOBRE MEDICIÓN DE INCLUSIÓN FINANCIERA Y REVOLUCIÓN DE LA TECNOLOGÍA FINANCIERA




En el 2011, el Banco Mundial — con financiamiento proporcionado por la Fundación Bill y Melinda Gates — puso en marcha Global Findex, la base de datos más completa del mundo sobre las modalidades que usa la gente para ahorrar, pedir préstamos, realizar pagos y gestionar riesgos. 

Compilada a partir de encuestas representativas a nivel nacional realizadas a más de 150000  adultos con edades a partir de 15 años en más de 140 países, Global Findex 2017 incluye indicadores actualizados sobre el acceso y el uso de servicios financieros formales e informales. Tiene datos adicionales sobre el uso de la tecnología financiera, incluida la utilización de teléfonos celulares y de internet para llevar a cabo transacciones financieras. Los datos revelan oportunidades para ampliar el acceso a los servicios financieros entre las personas que no poseen cuenta — no bancarizadas — , así como para promover un mayor uso de los servicios financieros digitales entre quienes sí tienen. El informe Global Findex se ha convertido en un pilar de los esfuerzos globales para promover la inclusión financiera.



La base de datos Global Findex 2017: Medición de la inclusión financiera y la revolución de la tecnología financiera presenta los descubrimientos clave de la base de datos Global Findex, con información detallada sobre la manera en que los adultos en más de 140 economías acceden a las cuentas, realizan pagos, ahorran, piden préstamos y manejan el riesgo. Como se desprende de los datos, cada economía tiene sus propios éxitos, desafíos y oportunidades en materia de inclusión financiera. Un creciente trabajo de investigación demuestra el impacto que tiene en el progreso de un país en relación a  prioridades significativas como reducir la pobreza, el hambre y la desigualdad de género. Hoy, los Estados miembros de las Naciones Unidas están usando los datos de Global Findex para hacer un seguimiento del avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Decenas de gobiernos nacionales han adoptado políticas para ampliar la inclusión financiera. Estos y otros esfuerzos nacionales e internacionales están dando frutos. Los nuevos datos de Global Findex revelan que globalmente los adultos que poseen una cuenta suman el 69 %, un aumento de 7 puntos porcentuales desde el 2014. Esto se traduce en 515 millones de personas que obtuvieron acceso a herramientas financieras. Las cifras del 2017 con respecto a la titularidad general de cuentas siguen la trayectoria alcista desde que la base de datos Global Findex se lanzó por primera vez; la inclusión financiera subió 18 puntos porcentuales desde 2011, cuando la titularidad de cuentas alcanzaba el 51 %.



Los datos de Global Findex 2017 reflejan la continua evolución de la inclusión financiera. El progreso reciente se vio impulsado por los pagos digitales, las políticas gubernamentales y una nueva generación de servicios financieros a los que se accede a través de teléfonos celulares e internet.



El poder de la tecnología financiera para ampliar el acceso y el uso de cuentas se demuestra con mucha fuerza en África Subsahariana, donde el 21 % de los adultos ahora tienen una cuenta de dinero móvil.



Globalmente, un 52 % de los adultos enviaron o recibieron pagos digitales el último año, un aumento con respecto al 42 % del 2014. Los pagos realizados a través de sus plataformas tecnológicas están posibilitando un mayor uso de las cuentas en las economías emergentes más grandes, como China, donde un 57 % de los cuentahabientes están usando teléfonos celulares o internet para hacer compras o pagar facturas (cerca del doble que en 2014).



Con respecto a ayudar a las mujeres a lograr acceso a los servicios financieros, se han hecho algunos avances. En la India, hace tres años, la probabilidad de que los hombres tuvieran una cuenta era 20 puntos porcentuales mayor que la de las mujeres. Hoy, la brecha de género de la India se ha reducido a 6 puntos porcentuales gracias a un fuerte impulso gubernamental para aumentar la cantidad de cuentas a través de tarjetas de identificación biométrica. Sin embargo, en la mayor parte del mundo las mujeres siguen estando detrás de los hombres. Globalmente, el 65 % de las mujeres tienen una cuenta, comparado con el 72 % de los hombres (una brecha de siete puntos porcentuales que permanece invariable desde 2011). La igualdad en la titularidad de cuentas tampoco se alcanzó en otros aspectos. La brecha entre ricos y pobres no ha mejorado desde el 2014: la titularidad de cuentas es 13 puntos porcentuales mayor entre los adultos que viven en un hogar perteneciente al 60 % más rico que los que viven en el 40 % por ciento más pobre.



Las poblaciones urbanas siguen beneficiándose de un acceso a las finanzas mucho mayor que las comunidades rurales. En China, cerca de 200 millones de adultos rurales permanecen fuera del sistema financiero formal.



La continua participación de las empresas será vital para destrabar oportunidades de ampliar la inclusión financiera. Las compañías pagan salarios en efectivo a alrededor de 230 millones de adultos no bancarizados en todo el mundo. Cambiar a pagos electrónicos podría ayudar a estos trabajadores a entrar en el sistema financiero formal. Los teléfonos celulares e internet también brindan fuertes espacios para el progreso: globalmente, mil millones de adultos excluidos del sistema financiero ya tienen un celular y alrededor de 480 millones tienen acceso a internet. Pero es necesario que el sector privado, los gobiernos y las organizaciones centren sus esfuerzos en el uso de las cuentas, que está estancado para ahorrar y pedir préstamos. Si las personas no usan activamente sus cuentas, el impacto de nuestro trabajo se perderá.



El informe Global Findex se utiliza también para monitorear el progreso realizado para la consecución de la meta que tiene el Banco Mundial de alcanzar el acceso financiero universal antes del 2020 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.


Los beneficios de la inclusión financiera pueden ser de gran alcance. Por ejemplo, hay estudios que demuestran que los servicios de dinero móvil — que permiten guardar y transferir fondos a través de un teléfono celular — pueden contribuir a mejorar el potencial de generación de ingresos de las personas y, así, a reducir la pobreza. Un estudio en Kenia halló que el acceso a los servicios de dinero móvil aportó grandes beneficios, en particular para las mujeres. Permitió que las familias con mujeres cabeza de hogar aumentaran sus ahorros en más de un quinto; permitió que 185 000 mujeres abandonaran las tareas agrícolas y desarrollaran negocios o actividades minoristas; y contribuyó a reducir en un 22 % la extrema pobreza entre los hogares liderados por mujeres.



Los servicios financieros digitales también pueden ayudar a que las personas manejen el riesgo financiero, haciendo que sea más fácil recibir, en momentos de dificultad, dinero de amistades y parientes que viven lejos. En Kenia, los investigadores descubrieron que, cuando se ven afectados por una caída inesperada en los ingresos, los usuarios de dinero móvil no redujeron los gastos de su hogar, mientras que los no usuarios y los usuarios con acceso deficiente a la red de dinero móvil redujeron sus compras de alimentos y otros productos entre un 7 y un 10 %. Para los gobiernos, pasar del efectivo a los pagos digitales puede reducir la corrupción e incrementar la eficiencia. En la India, la pérdida de fondos para las pensiones cayó un 47 % (2,8 puntos porcentuales) cuando los pagos se hicieron a través de tarjetas biométricas inteligentes en lugar de en efectivo.



La base de datos Global Findex muestra que 515 millones de adultos alrededor del mundo abrieron una cuenta en una institución financiera o a través de un proveedor de dinero móvil entre 2014 y 2017. Esto significa que el 69 % de los adultos ahora tienen una cuenta, en comparación con el 62 % del 2014 y el 51 % del 2011. En economías de altos ingresos, el 94 % de los adultos tienen una cuenta; en economías en desarrollo, el 63 %. Existe también una amplia variación en la posesión de cuentas entre las economías individuales. Aun cuando la cantidad de cuentas sigue creciendo, las desigualdades persisten. Mientras el 72 % de los hombres tienen una cuenta, entre las mujeres el porcentaje es del 65. Esa brecha de género de 7 puntos porcentuales también existía en el 2014 y el 2011. En las economías en desarrollo, la brecha de género permanece sin cambios en 9 puntos porcentuales.Tampoco se redujo la brecha entre los más ricos y los más pobres. Entre los adultos en el 60 % de los hogares más ricos, el 74 % tiene una cuenta. Pero entre aquellos en el 40 % de los hogares más pobres, solo el 61 % tiene una cuenta, lo cual marca una brecha global de 13 puntos porcentuales. La diferencia es similar en las economías en desarrollo, y ninguna brecha cambió significativamente desde el 2014. La titularidad de cuentas también es más baja entre los adultos jóvenes, los menos educados y los que están desempleados. Sin embargo, el panorama puede ser aún esperanzador. En la India, un fuerte impulso del Gobierno para aumentar la titularidad de cuentas a través de tarjetas de identificación biométrica redujo tanto la brecha de género como la que hay entre los más ricos y los más pobres. Otras economías en desarrollo — incluidas Argentina, Indonesia y Sudáfrica — no presentan una brecha de género significativa. En el mundo, alrededor de 1700 millones de adultos permanecen no bancarizados (sin una cuenta en una institución financiera o a través de un proveedor de dinero móvil). De hecho, casi la mitad vive en solo siete economías en desarrollo: Bangladesh, China, India, Indonesia, México, Nigeria y Pakistán.



El 56 % de todos los adultos no bancarizados son mujeres. Las mujeres predominan entre los no bancarizados tanto en economías en las que solo un pequeño porcentaje de los adultos está bancarizado, como China y la India, como en aquellas en las que la mitad o más lo están, como Bangladesh y Colombia.



Las personas más pobres también representan un porcentaje desproporcionado entre los no bancarizados. En el mundo, la mitad de los adultos no bancarizados pertenecen al 40 % de los hogares más pobres dentro de su economía; la otra mitad es del 60 % más rico. Hay más probabilidades de que los adultos no bancarizados tengan un nivel educativo más bajo.

Para esclarecer por qué las personas no están bancarizadas, la encuesta 2017 de Global Findex les preguntó a los adultos que no poseían una cuenta en una institución financiera por qué no la tenían.



Las razones eran las siguientes:



1- La más común era que tenían muy poco dinero como para usar una cuenta. Dos tercios dijeron que esa era una de las razones por la cual no tenían una cuenta en una institución financiera, y cerca de un quinto la citó como la única razón.

2-Un cuarto de las personas mencionaron el costo y la distancia.

3- Un cuarto también mencionaron que poseían una cuenta porque un miembro de la familia ya tenía una.

4-La falta de documentación y la desconfianza en el sistema financiero fueron mencionadas por alrededor de un quinto de los adultos sin cuenta en una institución financiera.

5-Un 6 % adujo motivos religiosos.



Tipos de pagos

Pagos del gobierno

Mundialmente, cerca de un quinto de los adultos reciben pagos del gobierno: salarios del sector público, pensiones del sector público o transferencias (beneficios sociales como subsidios, seguros de desempleo o pagos por gastos educativos o de salud). En economías de altos ingresos, el 43 % de los adultos recibe estos pagos; el porcentaje es la mitad en las economías en desarrollo. Excepto en las economías más pobres, la mayoría de las personas que reciben pagos del gobierno lo hacen en una cuenta.



Pagos por trabajo

Los datos de Global Findex también abarcan pagos por salarios en el sector privado y otros pagos por trabajos (como los de la venta de productos agrícolas). Globalmente, el 28 % de los adultos recibe salarios del sector privado: el 46% de los adultos en economías de altos ingresos y el 24 % en las que están en desarrollo. En economías de altos ingresos, la mayoría recibe estos pagos a través de cuentas; en economías en desarrollo solo la mitad los recibe por ese medio.

Pagos de remesas nacionales

Las remesas nacionales — dinero que se envía o se recibe de parientes o amistades en otro lugar del país — son una parte importante de la economía en muchas regiones. Esto es especialmente cierto en África Subsahariana, donde casi la mitad de los adultos envía o recibe este tipo de pagos. En las economías en desarrollo, quienes envían o reciben remesas nacionales tienen más probabilidades de usar una cuenta para hacerlo: el 46 % usan una cuenta, mientras que el 27 % prefiere el efectivo, el 19 % usa operadores de transferencias de dinero persona a persona y el 8 % utiliza otro método. Este patrón se mantiene generalmente en muchas economías en desarrollo, incluidas las de África Subsahariana. El uso de pagos digitales está creciendo. La cantidad de adultos en el mundo que hacen o reciben pagos digitales aumentó 11 puntos porcentuales entre 2014 y 2017. En economías en desarrollo, la cantidad de adultos que usan pagos digitales aumentó en 12 puntos porcentuales, y llegó al 44 %.

A través del teléfono celular o internet

Los teléfonos celulares e internet cada vez más ofrecen una alternativa a las tarjetas de débito y crédito para hacer pagos directos desde una cuenta. En economías de altos ingresos, el 51 % de los adultos (55 % de los cuentahabientes) informaron haber hecho al menos una transacción financiera usando el celular o internet el año anterior. En economías en desarrollo, el 19 % de los adultos (30 % de los cuentahabientes) informaron haber hecho al menos un pago directo usando una cuenta de dinero móvil, un teléfono celular o internet. Otra manera de hacer pagos digitales es usando internet, para pagar facturas o comprar algo en línea. Globalmente, el 29 % de los adultos usó internet para uno de estos dos propósitos el año pasado. Pero el porcentaje variaba desde el 68 % de los adultos en economías de altos ingresos pasando por el 49 % en China, hasta un promedio de solo el 11 % en economías en desarrollo (excluyendo China).



El informe establece también métodos para potenciar la inclusión financiera. Cerca de la mitad de los adultos de todo el mundo informaron haber ahorrado dinero durante el año anterior. En economías de altos ingresos, el 71 % informó ahorros, mientras que en las economías en desarrollo lo hizo el 43 %. Las personas ahorran de diferentes formas. Muchos lo hacen formalmente, por ejemplo, usando una cuenta en una institución financiera. En economías de altos ingresos, más de tres cuartos de quienes ahorraron (55 % de todos los adultos) lo hicieron a través de este método; en economías en desarrollo, lo hizo solo la mitad (21 % de todos los adultos). Una alternativa común es ahorrar semiformalmente, usando un club de ahorro — especialmente común en África Subsahariana — o confiándole los ahorros a alguien no perteneciente a la familia. Y algunos ahorran de alguna otra forma. Puede ser ahorrando en efectivo en su casa (“bajo el colchón”), en ganado, joyas o bienes raíces. También puede ser a través de productos de inversión ofrecidos en mercados accionarios u otros mercados de valores. Por ejemplo, comprando bonos del Estado. Los patrones de ahorro también varían según el género y el ingreso. En las economías en desarrollo, la probabilidad de que los hombres ahorren en una institución financiera supera en seis puntos porcentuales a la de las mujeres, mientras que la diferencia entre los adultos ricos y los pobres es de quince puntos porcentuales. En las economías de altos ingresos, la probabilidad de que los adultos ricos ahorren formalmente es 23 puntos porcentuales más que la de los pobres. Cerca de la mitad de los adultos en economías de altos ingresos informaron ahorrar para la vejez.



Cerca de la mitad de los adultos de todo el mundo informaron haber pedido prestado dinero durante el año anterior. El porcentaje fue mayor en las economías de altos ingresos, en las que la mayoría confía en el crédito formal, otorgado por una institución financiera o a través de una tarjeta de crédito. En cambio, en las economías en desarrollo quienes solicitan préstamos es más probable que recurran a familiares o amistades. En el 2017, el 27 % de los adultos en economías de altos ingresos informaron que tenían pendiente un préstamo para vivienda de un banco u otro tipo de institución financiera.

Para medir la resiliencia financiera, la encuesta 2017 de Global Findex preguntó a las personas si les sería posible conseguir un monto igual al 1/20 del producto nacional bruto per cápita (PNB) en moneda local dentro del siguiente mes. También se les preguntó cuál sería su principal fuente de financiamiento. Las personas en economías de altos ingresos tenían muchas más probabilidades de decir que podían reunir fondos de emergencia. Entre los encuestados que dijeron que podrían conseguir fondos, la mayoría en las economías de altos ingresos dijeron que dependerían de los ahorros, mientras que la mayoría en las economías en desarrollo dijeron que recurrirían a familiares o amistades o usarían dinero del trabajo. Entre aquellos que en economías en desarrollo citaron los ahorros como su principal fuente de financiamiento, el 85 % tiene una cuenta, pero solo el 50 % dijo haber ahorrado en una institución financiera.

Por supuesto, la tecnología digital por sí misma no es suficiente para aumentar la inclusión financiera. Para asegurar que las personas se beneficien de los servicios financieros digitales, es necesario contar con un sistema de pagos bien desarrollado, una buena infraestructura física, regulaciones adecuadas y sólidas medidas de protección al consumidor. Además, los servicios financieros, sean digitales o analógicos, tienen que adaptarse a las necesidades de los grupos menos favorecidos, como mujeres, pobres y quienes usan por primera vez servicios financieros, que pueden tener menor nivel de alfabetización y conocimientos numéricos.

Tener un simple teléfono celular puede potencialmente abrir el acceso a cuentas de dinero móvil y otros servicios financieros. Tener acceso a internet amplía también el abanico de posibilidades. Estas tecnologías podrían ayudar a superar barreras que los adultos no bancarizados dicen que les impiden acceder a los servicios financieros. Los teléfonos celulares podrían eliminar la necesidad de viajar largas distancias hasta una institución financiera. Y, al bajar el costo de la provisión de los servicios financieros, la tecnología digital podría aumentar su asequibilidad.

Globalmente, alrededor de mil cien millones, o cerca de dos tercios de todos los adultos no bancarizados tiene teléfono celular. En la India y México, más del 50 % de los no bancarizados tienen teléfono celular; en China, el 82 %. Menos adultos no bancarizados tienen a la vez teléfono celular y algún tipo de acceso a internet, ya sea mediante un smartphone, una computadora, un cibercafé o algún otro mecanismo. Globalmente, esta proporción es cercana a un cuarto del total de adultos no bancarizados. Sin embargo, como ocurre con las cuentas, el acceso a la tecnología digital — ya sea un teléfono celular o un teléfono celular e internet — tiende a ser menor entre las mujeres, los adultos más pobres, los menos educados y otros grupos tradicionalmente menos favorecidos. Al dejar de hacer los pagos de rutina en efectivo y pasarlos a cuentas, los gobiernos y las empresas podrían contribuir a reducir drásticamente el número de adultos no bancarizados. Los gobiernos hacen varios tipos de pagos a las personas (salarios para empleados del sector público, pensiones del sector público, planes y beneficios sociales). La digitalización de estos pagos podría reducir el número de adultos no bancarizados hasta en cien millones a nivel mundial. Muchos de estos adultos tienen la tecnología básica necesaria para recibir estos pagos en forma digital. De los sesenta millones de adultos no bancarizados a nivel mundial que reciben pagos del gobierno en efectivo, dos tercios tienen teléfono celular.

En el sector privado, hay disponibles aún más oportunidades. A nivel mundial, alrededor de 230 millones de adultos no bancarizados trabajan en el sector privado y reciben sus sueldos solo en efectivo, y el 78 % de estos asalariados tienen teléfono celular. A nivel mundial, mil millones de adultos que tienen cuenta aún usan efectivo para pagar las facturas de servicios públicos. Si más proveedores de servicios públicos ofrecieran una opción atractiva para pagar las facturas digitalmente, ambas partes se beneficiarían de la mayor eficiencia.

Muchos adultos que están empleados y tienen cuenta aún cobran en efectivo. Alrededor de 300 millones de cuentahabientes en el mundo trabajan en el sector privado y cobran en efectivo, mientras que aproximadamente 275 millones de cuentahabientes reciben pagos en efectivo por la venta de productos agrícolas.Y aproximadamente 280 millones de cuentahabientes en economías en desarrollo usan efectivo o un servicio de atención por mostrador para enviar o recibir remesas nacionales (por ejemplo, 10 millones en Bangladesh y 65 millones en la India).

En definitiva, lo que pretende esta base de datos es dar solución a los problemas que pueden darse en el sector financiero a nivel mundial, identificando los riesgos y las vulnerabilidades de cada país analizado y estableciendo medidas para facilitar el acceso a las transacciones financieras digitalizadas con independencia de los ingresos de los titulares de cuentas bancarias, estableciendo igualdad de condiciones para hombres y mujeres, ricos y pobres, personas con un mayor o menor nivel educativo y personas que estén o no implicadas en el mundo laboral, debiendo participar en ello los gobiernos, instituciones y empresas del sector privado para dar respuestas colectivas a adversidades de escala global.

A continuación un vídeo sobre los modelos transaccionales para transporte de la tarjeta Visa.





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